ESFUERZO Y COMPROMISO

Resumen nuestra participación en SER Torrelavega el día 17 de octubre de 2013

En una entrada anterior, hablamos de cómo conseguir ser más perseverante. Para ello recurrimos a una receta en la que incluíamos objetivos concretos y realistas; valorar el grado de control que tenemos cada uno de nosotros para poder alcanzarlo; la importancia de generar pensamientos positivos en relación a ese objetivo; anticipar las dificultades que se pueden encontrar y desarrollar un plan para afrontarlas. Hoy profundizaremos en dos variables que ya comentamos, el ESFUERZO y el COMPROMISO.

El ESFUERZO es el ingrediente principal de la perseverancia, ya que va implícito en ella. Thomas Edison decía que “el genio era un 1% inspiración y un 99% transpiración” haciendo alusión al sudor que genera el esfuerzo y el trabajo duro. Muy pocas cosas aparecen de forma milagrosa en nuestra vida y aunque aparezcan sin buscarlas mantenerlas nos requerirá esfuerzo y dedicación. Hay que valorar la situación y decidir si estás preparado para el esfuerzo que va a suponer, y el coste que implica.

Podemos poner el ejemplo de cuando se comienza una DIETA: tenemos claro nuestro objetivo, estamos motivados para poder “entrar en la ropa del año pasado”, etc. Pero claro, supone un coste y un esfuerzo importante, no poder comer eso que nos gusta tanto, y no un día sino durante un tiempo, tanto en el día a día como en reuniones con familiares y amigos.

Por ello es importante diferenciar entre intentar y hacer. Muchas personas cuando se proponen algo contestan “voy a intentar..” en lugar de “lo haré”. Aunque esta respuesta nos dice que la persona hará algún esfuerzo, también indica que su compromiso no refleja la exigencia real para conseguir el cambio o el objetivo que se ha marcado. Si yo digo “voy a intentar ponerme a dieta”, es muy probable que no dure mucho tiempo. La diferencia es clara en cuanto a la actitud, está mañana cuando os habéis levantado, ¿os habéis planteado intentar vestiros o lo habéis hecho? Los resultados se consiguen cuando hacemos, no cuando intentamos.

Esta claro que muchas cosas de las que nos proponemos suponen un gran esfuerzo y es una variable que tenemos que tener en cuenta. Por que si no es así es muy probable que fracase en el intento. Es bueno ser positivo, pero también realista. Si yo se que me gusta comer, que ingiero mucha cantidad, que me cuesta comer sano, no puedo ponerme a dieta con el pensamiento de que va a estar “chupado” porque ante la mínima dificultad abandono. Tampoco puedo afrontarlo pensando que es horroroso y no voy a poder, porque el camino se va a hacer el triple de difícil. Como lo debo plantear; acepto que es difícil (que requiere esfuerzo), pero también sé que con objetivos cortos y realistas puedo alcanzarlo.

Por último, el COMPROMISO. Es el siguiente ingrediente fundamental de la perseverancia. Es importante que cada uno establezca un compromiso consigo mismo en cuanto al tiempo necesario para alcanzar su objetivo. Sé realista, no te dejes llevar por la impaciencia, marca un tiempo límite si tu objetivo tiene caducidad. Nos debemos marcar objetivos que tengan en cuenta “cuando, donde y como” lo vamos a hacer. Debemos dar importancia a los pasos pequeños, los cuales serán más fácil de alcanzar y esto nos animara a seguir.

Hay otros proyectos que son a largo plazo, lo cual requiere que los esfuerzos van dirigidos no solo en conseguirlo, sino también a mantenerlo.

En muchos casos, estos caminos estarán llenos de pequeños éxitos y fracasos. Pero no se deben vivir como recaídas, sino como pequeñas caídas de las que aprender para seguir avanzando.

Volviendo al ejemplo de las dietas, cuando se lleva un tiempo a dieta, llega un momento en que los resultados no son tan vistosos como al principio. Sí es cierto, que puede que estemos muy orgullosos porque no “nos estamos saliendo”, pero un día de comida; comemos TODO lo que deseábamos hace tiempo, patatas fritas, mojamos, comemos la tarta, etc. Y al día siguiente que hay para desayunar una napolitana, nos decimos “ya me salte la dieta ayer, total, ya puedo comer lo que me dé la gana”. Este momento puede ser el fin de la dieta, de algo que a costado tanto esfuerzo. ¿Por qué?,  porque hemos interpretado una caída, como una recaída y esto nos lleva a abandonar lo que nos habíamos propuesto. ¿Qué hacer en estos casos?, ver esa comida en la que comí de todo como un “homenaje”, como algo que me puedo permitir de vez en cuando, no como un abandono de la dieta.

Para ello también es bueno planificar. Si sé que me voy de comida y sé todo lo que me va a apetecer, elijo 1 cosa para darme el homenaje. Por ejemplo, el plato principal o el postre. Lo que más nos guste, y de esa manera al acabar la comida no tendré la sensación de “ya me cargue la dieta”. Y así al día siguiente sigo como estaba trabajando hasta este momento.

Hay una frase de Og Mandino que refleja muy bien esto, “el fracaso es la autopista al éxito”.

Y por último tener en cuenta que no siempre estamos en nuestro mejor momento para afrontar determinados retos. En ocasiones quiero con muchas ganas llegar a una meta que se me escapa. Es importante que nos valoremos y veamos si estamos preparados para poner en marcha todas las estrategias que se han descrito. Si en un momento me planteo una meta demasiado elevada voy a abandonar, y me voy a quedar con la creencia de “que no he podido con ello”. Cuando en realidad lo que ha ocurrido es que lo he planteado mal. Poneros metas que impliquen avances pero siempre en relación a vuestro momento presente. No queráis subir la escalera de un golpe, porque además de ser imposible, me voy a creer que he fracasado. Cuando consiga subir el primer escalón me planteo la siguiente meta, como subir al 2º y así poco a poco iré avanzando.

Almudena Fuentevilla

Patricia Díaz-Tendero

© Hadi Psicología y Psicoterapia

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