Depresión: el «resfriado común» de la salud mental

La Depresión es un trastorno del estado de ánimo extendido, y que se ha denominado el “resfriado común” de la salud mental.

Se calcula que el 12% de la población experimenta depresión que requiere tratamiento.

Los factores que influyen para que una persona pueda padecer depresión son: biológicos, históricos (cosas que nos han pasado a lo largo de nuestro crecimiento), ambientales (acontecimientos presentes negativos) y psicológicos (por ejemplo, baja autoestima). Para padecer depresión no es necesario que confluyan todos los factores, en ocasiones uno solo puede ser el causante de precipitar un estado de ánimo bajo.

Teniendo en cuenta estos factores, toda persona puede ser vulnerable a padecer depresión en un momento de su vida y a necesitar ayuda.

En otras ocasiones, podemos sentir un estado de ánimo bajo sin tener depresión, y eso no significa que no podamos beneficiarnos de una psicoterapia como algo puntual en nuestra vida.

Cuando una persona esta deprimida se siente triste, con tendencia al llanto, con un gran sentimiento de culpa, más irritables y ansiosos de lo habitual. Se preocupan de lo mal que se sienten y de la aparente incapacidad para solucionar la situación que esta viviendo.

Aunque existen diferentes tipos de depresión, cabe decir, que en la mayoría de los casos las depresiones duran un tiempo limitado, aunque cuando se esta sufriendo no lo parezca.

El tratamiento de la Depresión puede constar de tratamiento farmacológico y de un tratamiento cognitivo-conductual.

Si enfatizamos el tratamiento conductual nos centramos en retomar las actividades agradables o placenteras. Aunque en un principio requieran un gran esfuerzo, posteriormente ayudan a sentirse mejor y más motivado. En el caso de una persona con depresión primero está el esfuerzo, y luego la apetencia.

En cuanto a la intervención cognitiva, se trabajará para reestructurar las creencias de la persona, que predisponen y mantienen los problemas emocionales.

Otras áreas que se trabajan pueden ser; solución de problemas, habilidades sociales, motivación, etc.

También se debe tener en cuenta el papel de las familias. En general, las personas cercanas, a una persona con depresión, atraviesan diferentes etapas en cuanto a la forma de comportarse. Al principio se suele reaccionar desde el apoyo y comprensión. Posteriormente, cuando el proceso se alarga y no se comprende la situación, se empiezan a sentir cansados, frustrados y/o enfadados. Es importante entender que si bien el apoyo de la familia es importante, el principal responsable del cambio será la propia persona. La actitud de la familia puede ayudar en el proceso, y para ello es importante entender que si la persona se inmoviliza o no cambia, no tiene que ver con su propia voluntad, sino como un síntoma de la depresión. Sí se consigue entender lo que puede sentir una persona con depresión será más fácil controlar los enfados y así se podrá plantear una alternativa más racional y productiva a la situación que se esta viviendo.

Almudena Fuentevilla Edesa

NºCol.CA-00500. Psicóloga

Hadi Psicología y Psicoterapia.

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