Hoy cerraremos el tema que se quedo pendiente la semana pasada.
Recordad que hablamos de estrategias que nos puedan ayudar a seguir unos hábitos de alimentación sanos. No como “la dieta” que hacemos unos meses para adelgazar y cuando acabamos seguimos con nuestra alimentación pasada. Sino para tratar conseguir que esa alimentación saludable, se convierta en un hábito.
Ser conscientes que a veces comemos los alimentos adecuados pero lo que debemos cambiar es el como los cocinamos. Hay diferentes formas de cocinar: frito, cocido, a la plancha, al horno y al vapor. Si ingerimos los alimentos fritos estoy metiendo al organismo mucha grasa. Y al final la grasa es la principal culpable del aumento de peso. A igual cantidad de hidratos y proteínas hacen engordar el doble. ¿Por qué hablamos de esto?, porque el como cocinamos también es un hábito, es decir, una conducta que se ha aprendido y como tal se puede modificar.
Tratar de conseguir un hábito es algo que requiere mucho esfuerzo al principio. Pensad cuando tratamos que los niñ@s aprendan a lavarse los dientes todos los días, que hagan su cama, que recojan su habitación o tengan un hábito de estudio, etc. Los comienzos son como una lucha, pero cuando conseguimos que se incorporen en su repertorio conductual, el esfuerzo que requiere es mínimo.
En este caso es lo mismo, cuando comenzamos a suprimir alimentos inadecuados, a disminuir la ingesta, y a incorporar conductas de alimentación saludables, los principios son muy duros. Pero cuando superamos esa etapa y conseguimos que se convierta en hábito, es muy probable que lo mantengamos en el tiempo.
Para conseguir esta meta, el Control de Estímulos ayuda mucho a manejar las señales asociadas a una ingesta inadecuada. Si reduzco el contacto con alimentos inadecuados reduciré su consumo.
Alguna pauta que nos puede ayudar para controlar estas situaciones son:
- Realizar la compra del supermercado con una lista y con el estomago lleno.
- En casa, guardar alimentos fuera de la vista. (Si tengo que tenerlo por que hay niños en casa)
- Servir pequeñas porciones y mantener los platos con comida fuera de la mesa. Si me quedo en la mesa charlando, quitar las fuentes de la mesa.
- Usar tácticas que nos ayuden a comer más lento. Sentarnos a comer y masticar bien el alimento. Por ejemplo, es falso que beber agua comiendo engorde, pero sí es cierto que disminuye la sensación de saciedad, y puede que comamos más de lo que necesitamos. Cuanto más rápido se coma, más tarde nos llega la sensación de saciedad y más cantidad ingerimos.
- Separar la actividad de comer de todas las demás. Sentarnos solo a comer, porque si comemos por ejemplo, viendo la TV, también es probable que comamos más. Lo que pasa en este caso es que no estamos tan atentos a las señales de nuestro cuerpo que nos indican que estamos saciados.
- Respetar un horario regular de comidas.
- Recordad: «fuera de la vista, fuera de la mente, fuera de la boca».
Comer es una necesidad y un placer, pero debemos reflexionar si a veces comemos por aburrimiento, por gula, por compensaciones o por ansiedad.
Antes de comenzar este reto hay que valorar que expectativas se tienen, y ajustarlas entre lo que queremos conseguir y lo que estamos dispuestos a hacer para conseguirlo.
Por supuesto, cada caso es diferente y también nuestros problemas personales, ansiedad, etc., condicionan la capacidad que tenemos de controlar nuestros hábitos saludables. Por lo que veces necesitamos un pequeño “empujón” que nos ayude a arrancar. ¡ÁNIMO!
Almudena Fuentevilla Edesa
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