Todos tenemos preocupaciones diarias, algunas no molestan mucho, pero otras nos interfieren de forma significativa en nuestra vida.
Se piensa “me pasa algo”, y consecuentemente “me siento mal”, pero en medio siempre está el PENSAMIENTO. Cómo enfrento e interpreto esa situación es lo que genera cómo me siento. Por lo tanto, el primer paso para “sentirme mejor” es identificar qué estoy pensando, lo que no siempre es una tarea sencilla.
Cuando consigo identificar esos pensamientos que me molestan, que me preocupan, lo que luego ocurre en muchas ocasiones es que no me los puedo quitar de la cabeza. ¿Qué puedo hacer?
El pensamiento actúa sobre las personas trayéndonos al presente, a la realidad la preocupación. Eso quiere decir que aunque sea algo de poca probabilidad del fututo, lo vivimos como una Preocupación del Presente y Real.
Imaginemos por un momento un limón. Lo visualizamos, lo pelamos, lo olemos, lo partimos en dos, lo acercamos a nuestra boca, lo saboreamos y lo mordemos, dejando que el zumo resbale por nuestra lengua. Separamos el limón ligeramente y lo exprimimos dejando que el ácido caiga lentamente en nuestra boca abierta y se extienda hasta nuestra garganta. Detengamos la lectura y dediquemos un tiempo razonable a imaginárnoslo. Si nos representamos realmente la situación, seguramente llegaremos a sentir sensaciones similares a las que tendríamos con el limón en la mano, sintiendo su sabor ácido e incluso llegando a salivar (Wilson y Luciano, 2002). En estas líneas no existe el limón; sin embargo, se ha hecho presente al mencionarlo y describirlo y podemos haber reaccionado casi como si la fruta realmente estuviera ahí. Las palabras, escuchadas, leídas o simplemente pensadas, han tomado la misma función que tenía el limón porque producen en nosotros un efecto similar. Nuestras reacciones corporales a los pensamientos son automáticas y se manifiestan en determinadas sensaciones; pero sentirlas no es una prueba de que el contenido del pensamiento (el limón en nuestro caso) exista o se ajuste a la realidad.
Algunos pensamientos nos traen al presente el dolor y el sufrimiento que representa: la pérdida de un ser querido, el fallo en el examen de mañana, la posibilidad de estar enfermo, lo que nos puede pasar si nos enfrentamos a lo que tememos, etc.
La solución parecería fácil: dejar de pensar en ello; pero no es tan sencillo. El ejercicio de los números nos muestra que podemos pensar en lo que queremos; pero no podemos dejar de pensar en lo que no queremos pensar:
Decimos, 1, 2, y 3. Repítelos un par de veces estos números. Ahora intenta por todos los medios borrar, no recordar esos números, olvídalos del todo. Así comprobarás dos cosas: que en realidad no puedes quitártelos de la cabeza y que si te distraes, en cuanto le preguntamos de nuevo, vuelven a aparecer sin remedio.
Con nuestras sensaciones y emociones nos pasa igual: cuanto más nos esforzamos por no sentirlas, más se hacen presentes.
Podría parecer que la solución es pensar en otra cosa, distracción. En muchas ocasiones la técnica de distraerse funciona, pero no siempre es así. ¿Por qué? Mi atención es selectiva y atiende de forma jerárquica. Si tengo una preocupación, todo lo demás pasará a un segundo plano y realmente será difícil pensar en otra cosa.
Se debe ACEPTAR. LA ACEPTACIÓN, de nuestros pensamientos, y emociones. Aceptar que vamos a tener pensamientos y emociones desagradables, que cuanto más luchemos contra ellos los haremos más resistentes. Aceptar que aunque pensemos ciertas cosas, pueden no corresponder con la realidad.
Os proponemos una técnica que en psicoterapia utilizamos mucho, con muy buenos resultados. Se llama “Técnica de Tiempo Basura”, y nos ayuda a afrontar nuestras preocupaciones. “Llevo todo el día preocupado/a. No dejo de dar vueltas a los mismos problemas una y otra vez. Todo lo que intento hacer a lo largo del día se dificulta porque no soy capaz de quitarme las preocupaciones de la cabeza. Esto ya me lleva días rondando.”
Lo que se recomienda, es buscar una parte del día en la que dediquemos un tiempo determinado a pensar en dichas dificultades. Es importante, que ese tiempo destinado a pensar ÚNICAMENTE en los problemas, no sea el de meterse a la cama, ya que lo que conseguiremos, es no conciliar el sueño.
Recordad, las preocupaciones forman parte de nuestra vida, cuanto más luchemos contra ellas, más resistentes se harán. En ocasiones, la ACEPTACIÓN es la mejor de nuestras herramientas.
Almudena Fuentevilla Edesa
Psicóloga y Psicoterapeuta de Hadi Psicología.