En las sesiones iniciales de técnicas de estudio, uno de los primeros aspectos en abordarse suele ser la realización de un horario que incluya tanto las actividades obligatorias (clase y extraescolares), así como un periodo de tiempo de estudio diario.
Pero en muchas ocasiones nos encontramos con la imposibilidad de realizar un horario de estudio adecuado a las necesidades de cada niño (ajustado a su edad, ritmo de aprendizaje, etc.), ya que la carga de actividades extraescolares y deberes, sumado al tiempo de cole supera con creces a la jornada laboral de un adulto.
Tomemos como ejemplo el caso de Ángel, un alumno de 2º de la ESO, cuyo horario semanal es el siguiente:
– De lunes a viernes, acude al instituto desde las ocho y media de la mañana hasta las dos y media de la tarde.
– Come a las tres, al llegar a casa.
– Casi “con la comida en la boca”, sale de casa para ir a particular de inglés o a clase de guitarra (dependiendo del día), de cuatro a cinco y media de la tarde.
– Los miércoles y viernes además juega al baloncesto de seis a siete y media.
Es conveniente que Manuel estudie todos los días al menos una hora, haciendo especial hincapié en aquellas asignaturas que le supongan mayor dificultad. Pero Manuel primero tendrá que hacer los deberes: los días que “por suerte” no tiene mate los terminará en una hora y media. Si no es el caso, emplea unas dos horas aproximadamente.
El tiempo que Manuel invierte durante la semana en actividades de esfuerzo mental/académico (sin contar baloncesto), es de más de 9 horas al día, a lo que tendremos que añadir el tiempo de estudio.
Una de las cuestiones obvias es: ¿Cuándo dejamos tiempo para que Manuel esté al aire libre, juegue, se relacione con otros niños o disfrute de un rato en familia?
Existe un intenso debate entre los padres y profesionales del ámbito educativo partidarios de los deberes, y los que consideran que, más que beneficiar, perjudican a los alumnos.
A continuación, veremos algunos de los argumentos más habituales para elegir una u otra posición:
PERJUICIOS DE LOS DEBERES
– Uno de los perjuicios que pueden verse más claramente, es que los niños no consideran que aprender sea algo divertido o emocionante; más bien todo lo contrario (lo asocian a aburrimiento…).
– Pueden promover la competitividad entre alumnos y no el trabajo cooperativo o colaborativo.
– La mayor parte de las tareas propuestas genera conductas automáticas en los pequeños: no se fomenta la comprensión, sino la producción, lo que conlleva una memorización descontextualizada de información o la repetición sin reflexión.
– Pueden ser causa de conflictos familiares: es lógico que a un niño le cueste dejar de jugar para ponerse con la tarea del cole, por lo que habitualmente los deberes son motivo de conflictos.
También pueden generar otro tipo de problemas, como la demanda de ayuda, a veces en exceso (cuántas veces oiremos “Mi hijo y yo hemos hecho la tarea de lengua”).
– Impiden a los niños tener tiempo para jugar. En ocasiones parece que los adultos olvidamos que el juego es un aspecto fundamental en el proceso madurativo de los pequeños, por lo que queda relegado a “cinco minutitos antes de la cena”.
– Uno de los mayores perjuicios del planteamiento de los deberes actualmente es que, al no haber un criterio unificado, genera muchas desigualdades (la cantidad y tipología de las tareas extraescolares varía dependiendo del cole al que vayas, el profe que “te toque”…).
BENEFICIOS DE LA REALIZACIÓN DE DEBERES
– Pueden ayudar a consolidar los contenidos abordados en clase, favoreciendo la generalización de los aprendizajes.
– Así como hemos señalado que podrían fomentar la competitividad, bien enfocados motivan y promueven valores positivos (trabajos en grupo, actividades de carácter solidario, búsqueda de información empleando diversas fuentes…).
– Facilitan una rutina de trabajo fuera del cole. Que los niños y jóvenes desarrollen hábitos adecuados es algo fundamental.
– Podemos verlos como una ocasión para facilitar la comunicación e interacción entre padres/hijos y demás miembros de la familia (entrevista al abuelo, ayudar a un hermano…).
– Generan autonomía en los alumnos/as.
Como podemos observar, existen argumentos sólidos tanto a favor como en contra de los deberes.
Pero, puede que padres y profesionales hayamos enfocado mal el dilema. Al igual que en muchos aspectos de la vida, no todo es o blanco o negro. No podemos decir con rotundidad que los deberes perjudiquen a los niños, pero tampoco podemos señalar lo contrario.
Al final, el debate y la reflexión deberían estar en el cómo. Es decir, las tareas fuera del cole pueden beneficiar a los alumnos si…
– Las ajustamos a las características de éstos: potencialidades, necesidades, intereses.
– Favorecen la reflexión y capacidad crítica.
– Son actividades originales, diferentes, variadas, que fomentan no sólo la interiorización de información, sino también la creatividad, la educación en valores, inteligencia emocional, etc.
– La cantidad es razonable, adecuada. Esto quiere decir que debemos diferenciar entre el uso y el abuso de este tipo de tareas.
Cecilia Collantes Pérez
Psicopedagoga. Hadi Psicología.